Fecha

2003

Categoría

Narrativa

El potencial de los microtextos está en su capacidad de sugerir, lo que hemos llamado la brevedad elocuente. Esta posibilidad de concentrar ideas, climas e historias en pocas palabras, es un buen ejercicio para entrenarse en la búsqueda de los significados justos, el poder de la concisión y la depuración de los conceptos. En el taller, no se aprende a escribir, se buscan los caminos para eliminar lo superfluo, que es una forma de corregir.

NECROLÓGICAS (Edith Wieder)

Para M., lo más importante era cumplir con los muertos. Dar la noticia de los fallecimientos, un artilugio para promover un diálogo necrológico, con la creciente irritación del resto de la familia. Lo iniciaba con una frase de tono casual, "Qué extraño, no estaba enfermo", "Era joven todavía" o "Ponete el sombrero y vamos", cuando la cosa ya venía de velorio.

El suspenso aumentó el día que murieron dos conocidos y se produjo un giro magistral del prólogo. "No sé a qué entierro ir primero". La respuesta de su mujer fue definitiva: "Al mío," dijo. Y se dio vuelta para seguir durmiendo.

BODAS DE PLATA (Luis Fernando Iglesias)

Miró a su esposo saltar como un chico, en la pista de baile y sonrió. Bermúdez cumplía un sueño largamente planeado: "en las bodas de plata tiramos la casa por la ventana". Todo el pueblo celebró hasta el amanecer.

Volvieron a su casa con el champaigne anestesiando las risas. En el dormitorio, como en una vieja moviola, ve al marido buscar algo bajo la cama. Salta la imagen y reconoce una valija sobre la colcha: "veinticinco años pero ni un día más".

La espalda de Bermúdez sale de la habitación. Pocos segundos después, ella siente un lejano portazo.

(Cecilia González)

En medio de una bruma lo sintió. Sintió primero su presencia y más tarde su piel y su calor. Había esperado mucho ese momento y sentía que ahora sí conocía la felicidad. Él parecía contento, completamente fascinado por tenerla tan cerca. No hubo palabras; solo gestos y miradas cómplices. De pronto, las sábanas, las almohadas, la colcha... y la soledad que vuelve como cada mañana gracias al sonido del despertador.

ZAPPING (Analía Tarán)

Vida y costumbres de los elefantes marinos. El llanto amargo de la heroína engañada. Decoración de tortas con merengue de colores. Patrulleros persiguiendo al asesino en serie. Recital en vivo, con pogo incluido. Entrevista a un impresentable. Las atrocidades nuestras de cada día. Una nave espacial en peligro. ¿Qué hora es? Otra vez no hay nada. Apago la tele y me duermo.

(Pilar Bordino)

Sintió un puñal en el abdomen. Se abrió una herida profunda que recorrió su cuerpo sacudiéndolo. Temió que la úlcera devastara su estómago en un latigazo de fuego. Él nunca hablaba, no hacía reproches, no reclamaba, apenas se expresaba con un gesto. Hoy, su dolor abrió todas las compuertas. Respondió. Emergió todo lo callado, sin pausas, sin gritos. Las palabras afloraron y suavemente se apagó el dolor. Después salió. Sintió el viento fresco de la mañana. Era libre.

LA CASA (Virginia García)

_¿Sabés lo que me contó mi abuelo? Me contó que hay una casa en el cerro en la que entró una familia pero nunca más salió. A partir de eso, nadie más se ha animado a entrar en la casa.

-¿Y tu abuelo te contó por qué sucedió eso?

-No, nadie lo sabe. Pero podemos averiguarlo.

-¿Cómo?

-Entrando en la casa.

-¿Y si quedamos encerrados allí para siempre, para toda la vida?

-Eres un niño tonto. ¿Acaso no estamos encerrados aquí en este mundo para siempre, para toda la vida?

UNA TRIBU DIFERENTE (Anabell Arnábal)

Soy una madre de hijos varones y, como casi todas las madres he sido bendecida por muchas cosas. Una casa tranquila no es, sin embargo, una de ellas. Al igual que a todas, nos requieren dosis infinitas de paciencia, energía e imaginación, pero compartimos un lazo único de agonía y de éxtasis, de regalos maravillosos: sapos, o superman sin brazos, como amuletos de la buena suerte. Saludos ninja y vidrios rotos, series ininterrumpidas de partidos no dan lugar a la rutina, ni al silencio. A cambio, nos entregan su entusiasmo infatigable, sus abrazos de osos protectores y su infinita ternura.

EN EL MUSEO DE ARTES VISUALES (Ma. Luisa Blengio)

Los niños quedaron inmóviles; sus ojos se agrandaron, mitad asombro, mitad miedo. Instintivamente se tomaron de las manos. Luego de algunos instantes, la niña, algo mayor que su compañero, encontró las palabras del desamparo:

_Y ahora, ¿quién le va a dar de comer al nene?

El mensaje de Blanes había llegado a buen puerto. Permanecieron un momento más ante el cuadro desmesurado. Después quisieron abandonar el museo.

LA CONVENCIÓN (Hugo Barone)

Están los resultados. Por mis venas ya siento esa droga, mezcla de victoria y revancha, que es adicción de todo político. Por entre los abrazos y festejos, observo nos sin desprecio, los rostros aún incrédulos de los que perdieron. Es nuestro momento de gloria, y sin embargo, muy a mi pesar oigo: "¡Cómo le serrucharon el piso al negro!" En un repugnante segundo recuerdo: mi caída en desgracia ante el Comité Central y la implacable sanción que me excluyó de la reelección.

Abrumado, descubro la parodia de sierras trabajando, que me dedican hoy los derrotados.

CAMINANTE (Excelta Dávila)

Zapatos gastados, frazada escocesa al hombro, cabello cepillo ahora canoso, delgado, rostro agradable bronceado. ¿Lo excepcional? Mirada firme al frente, caminar erguido, ropa gris casi limpia. Veinte años viéndolo pasar casi a diario, sin ver a nadie aunque siempre busqué su mirada. Intento imaginar la tragedia, la cordura puesta a prueba, el abrazo fuerte al olvido de los dementes. No pide ayuda, sólo camina incesantemente como buscando ya casi sin saberlo lo que nunca encontrará.

EL CENOTE SAGRADO (Lylián Rodríguez Méndez)

El cenote arrulla aves e insectos voladores. Lagartijas posan al sol de su vereda.

El olmeca hincado observa las aguas e invoca la leyenda, hasta llegar al lugar de su amada sacrificada. Allí, sus pensamientos se adentran en la selva. La toma por sus muslos y muerde su cuello como jaguar en celo, mientras se descubre su pecho nácar.

Ella sujeta la cabeza parda y se sumerge en su boca. La aprieta contra su cuerpo y se hunde en ella hasta que la naturaleza deja de boquear...

...silencio...

...sublimes sonidos de la selva...

Microrelatos realizados en el Taller de Escritura Creativa de Claudia Amengual y publicados en la Revista LetraNueva